LOS CAMBIOS SOCIALES, EL
ESTRÉS, LA TECNOLOGÍA, LA TELEVISIÓN Y LOS NUEVOS MODELOS DE CONVIVENCIA HAN
PROVOCADO CONFLICTOS FAMILIARES QUE AFECTAN A LA EDUCACIÓN DE LOS MÁS PEQUEÑOS.
¿Sufre su hijo alguno de
estos síndromes?
Niños de llave
En España unos 350.000 menores entre 6 y
14 años pasan las tardes solos en casa y 70.000 cenan sin sus padres.
Síntomas: Los
padres no están en casa cuando los niños llegan del colegio. Son la “generación
llave” y desde pequeños la llevan colgada al cuello. No tienen nadie que les
riña o controle si meriendan o hacen los deberes, pero tampoco nadie que les
ayude ni a quien contar sus problemas o sus logros. Diagnóstico: Se
acostumbran a estar solos y hacer lo que quieren, por lo que cuando están con
sus padres no obedecen y cuando crecen es difícil que acepten la autoridad.
¿Qué
hacer? Sustituir cantidad por calidad. Aunque se esté cansado hay que
preguntar a los hijos como han pasado el día e interesarse por sus deberes.
Hacer planes juntos los fines de semana.
Peter Pan
Muchos padres han
pasado del autoritarismo a la sobreprotección y al “miedo al trauma” si se les
riñe o castiga.
Síntomas: Los niños no se responsabilizan de sus
actos, no saben enfrentarse a los problemas y buscan que otros los solucionen.
No son autosuficientes, suelen tener una personalidad débil y dudas a la hora
de tomar decisiones. Diagnóstico: Cuando crecen tardan en irse de casa y
son inmaduros emocionalmente. Cuando son adultos no se sienten con capacidad de
asumir responsabilidades.
¿Qué hacer? Hay que ayudar a los hijos a que
sean autónomos, dándoles responsabilidades acordes con su edad, estimularles y
confiar en ellos.
Puerta giratoria Algunos padres intentan llevar
con normalidad un divorcio y presentan a sus nuevas parejas a los hijos al
inicio de la relación
Síntomas: Los niños se acostumbran a ver entrar
y salir de sus vidas a novios y novias, como en una puerta giratoria en la que
uno entra y otro sale.
Diagnóstico: Los hijos se distancian emocionalmente
y no crean lazos afectivos. No quieren encariñarse por saben que tarde o
temprano esa persona desaparecerá de su vida. La falta de estabilidad puede
afectarles en su vida afectiva adulta. ¿Qué hacer? No involucrar a las
parejas de los padres en la vida del niño mientras no sean una relación
estable. Mantener firme la relación del menor con el padre y la madre para
darle estabilidad.
Niños lo quiero todo
A pesar de la crisis, los
niños de hoy en día se han criado en la abundancia. Síntomas: Ya no
heredan ropa de los hermanos sino que estrenan todo y tienen más juegos de los
que puedan utilizar.
Diagnóstico: Son incapaces de posponer sus
apetencias, lo quieren todo y lo quieren “ya“ y si no lo tienen se enfadan.
Cuando consiguen algo les deja de interesar. No diferencian entre lo que les
apetece y lo que necesitan y no valoran las cosas.
¿Qué hacer? Dosificar
regalos y no compensar con objetos la falta de cariño o tiempo. Hacerles que
compartan lo que tienen con otros niños. Cuando pidan un capricho hacer que
colaboren con su paga en la compra, para que sepan el valor del dinero.
Estrés
temprano
Colegio, futbol, inglés, música… Muchos niños realizan tantas
actividades “programadas” que no tienen tiempo libre para jugar.
Síntomas: Suelen
estar irritables, cansados y duermen mal. Su jornada puede llegar a ser más
estresante que la de cualquier trabajador.
Diagnóstico: Muchos padres le
apuntan a clases para que no estén en casa solos pero los niños se sienten
asfixiados y sufren porque temen no estar a la altura de lo que se espera de
ellos.
¿Qué hacer? Escoger bien las actividades. Compaginar las que son
educativas, como los idiomas, con las que realmente les guste. Dejarles tiempo
libre para jugar.
Síndrome del emperador
Hoy los hijos son los reyes
de la casa. La vida de toda la familia gira en torno a ellos y son los
que deciden que se come, donde se va de vacaciones y cuando y cómo se hacen las
cosas.
Síntomas: Son niños que están acostumbrados a hacer su
voluntad y cuando no les dan lo que piden se enrabietan.
Diagnóstico: Si se
acostumbran a ser el centro, cuando crece y la familia es sustituida por amigos
que no se pliegan a sus deseos, no saben cómo hacer frente a la nueva situación
y se frustran. A corto plazo son felices pero se vuelven egoístas y pueden
tener problemas de socialización.
¿Qué hacer? Es importante que el niño se
sienta querido y seguro pero también tiene que aprender a aceptar las cosas que
no le gustan. El “no” también les ayuda a crecer.
Incomunicación
Nunca los
niños se han comunicado tanto con gente que apenas conocen y tan poco con su
entorno.Síntomas: En el coche ya no se canta ni se juega, ahora cada uno
está enganchado a su videoconsola y a la hora de la comida la televisión ha
sustituido al diálogo.
Diagnóstico: La falta de diálogo impide saber lo que
piensan, cómo se sienten o si necesitan algo.
¿Qué hacer? Favorecer el
contacto social y limitar las horas de televisión y ordenador. Favorecer las
actividades al aire libre con propuestas atractivas. Aprovechar las comidas
para hablar y contar como les ha ido el día. A veces los adultos damos malos
ejemplos y preferimos ver las noticias a hablar en familia. Pero
además, los padres también tienen sus propios síntomas.
El más común es el de: Padres
cansados
Los padres también tienen sus propios “síndromes”. Familia y trabajo no
son siempre fáciles de compaginar. Síntomas: Se sienten culpables y
se consideran malos padres porque creen que no están cuidando o educando bien a
sus hijos. El poco tiempo que están con sus hijos lo intentan compensar con
regalos o consintiéndoles más de lo que deberían.
Diagnóstico: Tienen un
elevado sentimiento de culpa. Saben que deberían poner límites a sus hijos pero
no saben hacerlo.
¿Qué hacer? No intentar ser perfectos. El cariño, la
disciplina y la comunicación son las mejores herramientas para educar.