Bienvenido al blog, aquí encontrarás terapias y alternativas a la medicación para niños hiperactivos. Porque no todos los niños hiperactivos son TDAH.

La finalidad de este blog es dar a conocer mi experiencia como madre, mi día a día alternativo.


Por mucho que mediquemos si el diagnóstico es erróneo, es decir no hay un problema neuronal sino un problema de visión, de oído, de estrés, de alimentación no adecuada o de lateralidad cruzada, lo único que haremos es empeorar a nuestros hijos. Porque el problema de fondo continuará.

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miércoles, 1 de abril de 2015

¿Qué pasa cuando basándose en un test, alguien afirma que nuestro hijo tiene TDAH?

Gracias Sofía por esta interesantísima entrada explicando tu experiencia personal. Una mamá luchadora! 

¿Qué pasa cuando basándose en un test, alguien afirma que nuestro hijo tiene TDAH?

Muchos padres lo sabemos. Comienza un calvario de vistas a especialistas que te derivan a otros especialistas, que te recetan medicamentos y terapias, que te remiten a más terapias. Te acabas dejando un dineral, un tiempo y parte de tus nervios para rara vez, observar resultados positivos y/o definitivos.

He trabajado muchos años en sistemas informáticos, y la solución que se aportaba al posible trastorno de mi hija, me resultaba familiar “poner parches”. Soluciones que aparentemente tapan el problema, pero que nunca se sabe a largo plazo que nos pueden traer de nuevo. Como el símil con la informática, acabamos llenando a nuestros niños con datos innecesarios que a largo plazo pueden derivar en un problema aún mayor que pueden hacer que la persona “pete”.

Debido al aumento del diagnóstico en niños, en mi entorno encontré a muchos padres con el mismo problema, muchas personas que me recomendaron especialistas y terapias, muchas páginas web donde se informa y en muchos casos desinforma acerca de las posibles soluciones, muchas de ellas “parches”.
Creo que a la mayoría de nuestros hijos no les pasa nada, que es el sistema educativo y social el que está enfermo, un sistema que sigue educando como en la era industrial, preparando niños para un mundo que probablemente ya no existirá. Un sistema que no se adapta a las circunstancias actuales ni al aumento de niños con otras necesidades educativas.

Cuando veo que mi hija devora revistas como “Muy Interesante” o “National Geographic” y que sin embargo suspende las asignaturas de sociales y naturales, me pregunto que puede ser lo que está pasando. Ella es una niña que muestra interés por el conocimiento a la vez que muestra gran desinterés por las asignaturas curriculares. No me habla de chicos ni de maquillajes, cosas propias de las niñas de su edad, me habla de experimentos científicos, de descubrimientos, de lo que comenta Punset, lee libros de 1.000 páginas y razona como un adulto. 

Y sin embargo, el sistema la excluye. Es molesta, no para quieta, no estudia todo como un lorito, hace preguntas incomodas y no se adapta al “estándar”. Pero…¿Cuál es el estándar?¿Por qué negar la variedad?¿Por qué seguir creyendo que lo que funciono en el pasado continuara siendo válido para el futuro?

No niego que mi hija pueda tener un TDAH, simplemente no me convencían las soluciones que me daban. No quiero convertir a mi hija en una “rarita”, quiero que crezca en un entorno natural, no en uno forzado donde se le trasmita que tiene una enfermedad. No quiero perder el tiempo poniendo “parches”, prefiero utilizarlo en darle herramientas para la vida, enseñarle a superar la frustración, a solucionar conflictos, a organizarse, fomentar su voluntad. Cosas que desgraciadamente no enseña el sistema educativo y que por falta de tiempo muchas veces los padres tampoco hacemos.

En mi caso y tras mucho investigar opté por el Neurofeedback Neuroptimal, una herramienta que entrena nuestro cerebro y optimiza su rendimiento. Tras exponernos ambas, mi hija y yo, al método, comprobé resultados excelentes. Ella sigue siendo ella, aunque tanto en casa como en el centro hemos observado mejorías notables. Pero creo que el mayor avance que se ha producido ha sido en MÍ. En mi percepción de los hechos, en la tranquilidad con la que afronto ahora todo, en el aumento de mi nivel de resilencia. Muchas veces creo que somos los propios padres los que sobredimensionamos y nos dejamos llevar por el entorno. Es esta actitud nuestra la que más puede perjudicar a nuestros hijos. Si nosotros creemos que ellos tienen un problema así se lo trasmitimos. No hacen falta verbalizaciones tan solo a través de nuestro comportamiento se lo estamos diciendo.

Ahora lo veo de otra manera, veo a mi hija como es, despistada, movida y en ocasiones molesta, pero ella es así y así la acepto y la quiero. No quiero cambiarla, quiero que siga su curso natural, que aprenda y se relacione a su manera, aunque para el resto del mundo pueda parecer una “rarita” sin tratar y yo una madre que le niega un futuro mejor. Es mi decisión, puede que me equivoque, pero como madre y sabiendo que nadie tiene la llave de la verdad absoluta, me arriesgo.

Decidí hacerme entrenadora del método y desde que lo utilizo en casa con el resto de los miembros de mi familia y con otras personas veo cómo va mejorando nuestro día a día. Ahora mismo lo que creo es que no hay trastornos ni enfermedades en nosotros, al menos no tantos como los que nos hacen creer. Creo que es el tipo de vida al que nos vemos expuestos, el estrés, las prisas, las exigencias del entorno, la falta de madurez y los miedos, lo que hace que aparezcan síntomas. Síntomas que cuando estamos relajados y nos sentimos bien desaparecen. 

Al igual que cualquier musculo del cuerpo, el cerebro tiene la capacidad de repararse si mismo. El Neurofeedback nos ayuda a ponernos en forma mentalmente, al igual que lo hace el ejercicio físico con nuestros músculos.

Neurofeedback es un método no invasivo que se basa en la autorregulación natural del cerebro y que reduce considerablemente los síntomas de muchos trastornos neurológicos. 



Sofía Martínez Elduayen










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