En muchos casos la inducción artificial del parto es necesaria por algun motivo Obstétrico que podría resultar en un riesgo para la salud de la madre o del bebé si no se adelanta el nacimiento. El motivo mas común es el embarazo prolongado y el segundo es la rotura de la bolsa. Otras indicaciones comunes son diabetes, preclampsia y restricción del crecimiento fetal. Sin embargo, en demasiadas ocasiones el parto se provoca por razones que no tienen fundamento en la evidencia científica (ej. bebé grande, historia de partos cortos) o incluso que son ajenas al embarazo (ej. conveniencia de la mujer o disponibilidad de fechas). De hecho, la inducción del parto por conveniencia es una practica cada vez mas extendida en la atención privada y su popularidad esta basada en la falsa creencia de que no supone ningún riesgo y que una vez que el parto haya comenzado no es diferente de un parto que comenzó de forma espontánea. Desafortunadamente no es así. El desencadenamiento del parto depende de una serie de factores químicos y hormonales. La investigación científica muestra que el principal de estos factores proviene del bebé y no de la madre. Por tanto es el sistema nervioso y endocrino del bebé el que busca el momento idóneo para el comienzo del parto. Forzarle a nacer antes de tiempo sólo se debe hacer si de verdad hay una justificación clara.
Existen varios métodos utilizados para provocar el parto, unos más efectivos que otros, pero en general se usan hormonas sintéticas. La mas utilizada de estas hormonas es la oxitocina. Sobre el útero, esta hormona sintética produce el mismo efecto que la del propio organismo: provoca contracciones de parto. Sin embargo, existe un órgano en el cual el efecto de la oxitocina sintética es diametralmente opuesto al de la del propio cuerpo. Este órgano está involucrado en el proceso del parto con funciones igual o más importantes que las del útero. Este órgano es el cerebro. La oxitocina producida por el cuerpo de la parturienta se fabrica precisamente en el cerebro; por tanto cuando se produce, el lugar donde mas concentración hay, es el cerebro y no el útero.
En el cerebro, la oxitocina es la "hormona del amor". Se la llama así porque sus mayores niveles de producen en los momentos en los que el sentimiento de amor aflora de una forma mas intensa: durante el parto, durante los momentos de lactancia y durante el acto sexual. Es la hormona que a todos los seres humanos nos produce esos momentos de sentimiento de amor extremo en el que podríamos decir "moriría por ti".
Existen dos versiones del efecto de la Oxitocina como hormona del amor. El amor de pareja, cuando la oxitocina se segrega junto con endorfinas y el amor maternal, cuando la oxitocina se segrega junto con endorfinas y con otra hormona llamada prolactina.
- La oxitocina se produce durante todo el parto desde el momento en el que empiezan las contracciones, y alcanza el nivel en sangre más en el momento en que el bebé acaba de nacer y la madre lo mira extasiada. Ese pico de oxitocina es el que en un parto natural no intervenido provoca el reflejo de eyección de la placenta para expulsarla.
- Se produce en el cerebro del bebé durante todo el proceso del nacimiento desde que empieza a ser abrazado por las contracciones y alcanza su momento mas alto en niveles de sangre del bebé cuando este acaba de nacer y abrazado por su madre la huele, la oye, la toca, y la mira a los ojos. En este momento ambos se enamoran.
- La oxitocina se produce durante todo el tiempo que dura una tetada, pero el momento mas alto de sus niveles en sangre ocurre cuando el bebé realiza la succión y esta hormona produce el reflejo de eyección de la leche para expulsarla.
- La oxitocina se produce durante todo el tiempo que dura un acto sexual y alcanza su nivel máximo en sangre en el momento del orgasmo. En el varón este pico de Oxitocina es el responsable del reflejo de eyección del semen.
Cuando se administra Oxitocina intravenosa a una mujer de parto el efecto es radicalmente opuesto. La Oxitocina administrada desde fuera no es capaz de atravesar la barrera química entre sangre y cerebro (llamada barrera hematoencefálica). No es sólo que al cerebro de la mujer, prácticamente no llegue la oxitocina admnistrada, sino que además la mujer deja de producir su propia oxitocina. Esto es porque cuando hay suficiente oxitocina en sangre, hay mecanismos de compensación por los que se anula que se siga produciendo en el cerebro. La naturaleza tiene previsto que el dolor del parto procedente de las contracciones del útero esté compensado por el sentimiento de amor-placer procedente de la oxitocina natural en el cerebro. Esto es lo que explica por qué la sensacion de las contracciones del parto se torna insoportable en cuanto comienza la infusion de oxitocina: se incrementa la acción en el útero pero se aniquila la acción en el cerebro que compensaba el dolor. La consecuencia es la necesidad imperiosa de analgesia epidural o similar.
De hecho, estadísticamente se ha constatado que existe una mayor medicalización en los partos inducidos. Este tipo de partos desemboca en una cascada de intervenciones obstétricas (epidural, monitoriación contínua y a veces interna, restricción de movimientos, situaciones de sospecha de sufrimiento fetal, exploraciones vaginales, partos más lentos, etc) que incrementan las posibilidades de tener un parto mediante cesárea o con necesidad de fórceps o de ventosa, que alcanzan la cifra de hasta un 60% en primerizas.
Cuando se analizan las estadísticas de inducciones en los diferentes hospitales se aprecia un correlación muy alta con las estadísticas de cesáreas. En los centros con índices de inducciones bajos (del orden del 10%), el índice de cesáreas suele ser aceptable (10-15%). En cambio en centros en los q el índice de inducciones el alto (en torno al 40%), el índice de cesáreas suele también ser del mismo orden.
Motivos habituales para provocar el partogestación prolongada
Mucha gente cree que el riesgo de que un embarazo se prolongue se debe a que el bebé crezca demasiado. No es cierto; como se explica más abajo, en el apartado sobre bebés demasiado grandes, este no es un motivo justificado para provocar el parto. El riesgo real que aparece cuando se prolonga el embarazo no tiene que ver con el parto, sino sólo con el propio embarazo. Se trata del riesgo de que un bebé pueda morir antes de nacer. Este riesgo existe en cualquier momento del embarazo, pero al prolongarse más de 40 semanas, aumenta. Se ha confirmado estadísticamente que, en concreto, al cumplir 37 semanas han muerto 1 de cada 3000 bebés dentro del útero, al cumplir 42, han muerto 1 de cada 1000, y al cumplir 43, han muerto uno de cada 500 bebés. Pero para realizar protocolos clínicos no bastan los datos estadísticos; es necesario confirmar que la inducción del parto, es realmente efectiva. Pues bien ¿a partir de qué momento merece la pena provocar el parto?. La respuesta nos la dan los estudios aleatorizados. La conclusión de estos estudios es que con un protocolo de ofrecer inducción rutinaria del parto antes de cumplir 41 semanas no se salvan vidas de bebés, pero si se ofrece después de haber cumplido 41 semanas o más, entonces sí. Y además se ha comprobado que con estas inducciones no se aumenta el riesgo de cesárea, pues ya está aumentado de por sí sólo por el hecho de ser embarazo prolongado. Por eso, entre las 41 y 42 semanas es el momento en que la mayoría de los protocolos ofrecen la inducción. Con esta información en la mano, y teniendo en cuenta también la información adicional sobre otros factores que se mencionan en este artículo, yo considero que la mujer es quien tiene la última palabra. Si la mujer decide esperar yo recomiendo un control mediante monitorización cada cierto número de días. Es importante saber que el factor que probablemente más influye para que un embarazo se prolongue es el estrés mental. Es conveniente pues buscar las condiciones en este momento de la vida para estar en un ambiente de calma, de serenidad y de amor. Salvo alguna contraindicación concreta, es adecuado también mantener la vida sexual tan activa como se desee.
La rotura prematura de membranas ocurre en aproximadamente uno de cada diez embarazos. El principal riesgo que aparece en este momento es el de infección de la madre o del bebé, que puede ocurrir en los días o semanas siguientes. La vía de entrada de esta infección es desde la vulva y vagina hacia el líquido amniótico. Por ello, la actitud más generalizada es la inducción del parto en las siguientes 12-24 horas. La evolución natural de una mujer que ha roto la bolsa es ponerse de parto en los días siguientes. En concreto, pasadas 12-24 horas, se habrán puesto de parto el 86%. Pasadas 24 a 48 horas, se habrán puesto de parto el 91%. Y pasadas 48 a 96 horas, se habrán puesto de parto el 94% de las mujeres por sí solas, sin inducir.
Teniendo en cuenta los descubrimientos sobre la acción de la oxitocina en el cerebro y la posible relación con el autismo infantil mencionados en este artículo, en algunos protocolos menos intervencionistas, el margen de espera puede ser de varios días. Por ejemplo, en el protocolo que yo aplico (idéntico al del King's College Hospital de Londres), las mujeres con bolsa rota esperan 4 días, de modo que el 94% de las que han roto la bolsa se ponen de parto sin necesidad de ser inducidas. En este abordaje, tras confirmar el bienestar del bebé, la mujer está en su casa pero adopta una serie de medidas para disminuir el riesgo de infección, como no bañarse, no mantener relaciones sexuales, y tomarse la temperatura varias veces al día; si sube de 37'5 debe acudir al hospital para comenzar la inducción. Una condición indispensable en esta forma de proceder es que no haya existido necesidad de realizar tacto vaginal, pues éste es una fuente de arrastre de gérmenes desde la vulva.
Si la rotura de membranas hubiera ocurrido antes de cumplir 35 semanas, el bebé está siempre mejor dentro que fuera y, por tanto, lo recomendable es esperar sin inducir el parto, con las medidas adecuadas de vigilancia y de prevención de infecciones. Si hay signos de infección del líquido amniótico, entonces sí será necesaria la inducción.
A menudo la tensión arterial alta en el embarazo, como fuera del mismo, es de caracter emocional y no tiene ninguna trascendencia. Sin embargo, existe una enfermedad del embarazo llamada preclampsia que puede resultar mortal para el bebé y grave para la madre. Sus síntomas son la subida de la tensión, proteínas en la orina, análisis de sangre anormales en algunos parámetros, visión de luces u otras alteraciones en la visión, y dolor epigástrico parecido al de indigestión. En la mayoría de los casos, hasta la semana 37, se continúa el embarazo, pero exige un seguimiento estrecho pues si se agudiza se debe terminar el embarazo cuanto antes mediante inducción o cesárea. Después de la semana 32 hay mas probabilidades de que la inducción del parto tenga éxito, y además el bebé está más maduro para salir.
Un 2.6% de las mujeres embarazadas desarrollan diabetes durante el embarazo. En muchos casos esta diabetes remite simplemente con cambios alimenticios y sólo exige vigilancia. Si no es así, es necesario recurrir a la insulina. Las diabetes que mantienen nivel de glucosa elevado en sangre o que tienen otros signos en la analítica tienen riesgo de complicaciones en el nacimiento, sobre todo si se manifiestan en el bebé. La alteración del bebé más fácil de detectar mediante ecografía es el excesivo percentil de peso del bebé para la edad gestacional. En estos casos está justificada una inducción del parto antes de cumplir 40 semanas.
Los estudios realizados comparando protocolos de inducción de partos cuando se sospecha que el bebé es grande (más de 4 kg) con protocolos de espera no han demostrado que se reduzca el riesgo para el bienestar de la madre o del bebé. El mero hecho de que un bebé sea demasiado grande, pues, no es motivo para justificar una inducción ni mucho menos una cesárea (a excepción del caso de madre con diabetes gestacional). Esto quiere decir que prácticamente sólo el intento de parto sirve para conocer si es o no posible el parto vaginal.
Estos bebés tienen 5 veces mas riesgo de enfermedad y muerte que los bebés de peso normal ya que cuentan con menos reservas de energía para afrontar el proceso del parto, lo cual los hace mas vulnerables. Sin embargo, actualmente no hay estudios que hayan demostrado que exista ningún beneficio de inducción del parto.
La excepción es que, además de eso, se detecten alteraciones en la ecografía Doppler. Es conveniente por tanto realizar esta prueba a todo bebé cuya estimación de peso en la ecografía está por debajo del percentil 10. La ecografía Doppler muestra datos sobre la circulación de los que se puede detectar si existe una insuficiencia de la placenta, en cuyo caso, dependiendo de la edad gestacional, se buscará el mejor momento para inducción (o incluso directamente cesárea).
Un parto rápido se define como un parto con una duración de dos horas o menos. El objetivo de un protocolo de inducción programada de partos de mujeres que han tenido partos precipitados es reducir el riesgo de que no les de tiempo a llegar al hospital y tengan al bebé fuera del hospital. Pues bien, no hay ninguna evidencia de que un protocolo de inducciones por este motivo aporte ventajas.
Mujeres que han tenido muchos partos tienen un mayor riesgo de parto muy rápido, de ruptura uterina y de hemorragia postparto. Pero los estudios realizados han demostrado que la inducción del parto por este motivo esta relacionada con un aumento cesáreas, y un mayor riesgo de rotura uterina (hay que decir que salvo el caso de inducción con cesárea previa, en el resto de los casos este riesgo es muy bajo).
Hay mujeres que buscan amoldar la fecha a su agenda. Otras tienen necesidades verdaderas por cuestiones sociales, económicas o familiares. Toda decisión es respetable, pero no debería ocurrir que desconozcan los riesgos o inconvenientes de un parto provocado: es muy importante que tengan toda la información antes de optar por ello.
Este motivo para inducir el parto de forma artificial es completamente ajeno al proceso fisiológico del embarazo. Conlleva el riesgo de que la inducción fracase y el parto termine como cesárea. El caso más típico que lleva a este tipo de inducciones es la excesiva dependencia emocional de un sólo profesional. La mujer embarazada a menudo busca sensación de seguridad y confianza en las personas de su alrededor. Además hay que tener en cuenta que el nacimiento de cada hijo está para casi todas las mujeres entre los eventos más importantes de su vida. No es de extrañar pues que deseen que su parto esté atendido por el profesional en el que han puesto su confianza. Lo ideal es que la atención al parto esté prevista por un equipo de un modo tal que cualquier miembro equipo transmita de antemano confianza a la mujer que va a parir, y que siempre haya alguien de ese equipo disponible para atender al parto. Es potencialmente dañino planificar el parto girando en torno a un solo profesional. Un ginecólogo o una matrona, obviamente, necesita periodos de sueño, de intimidad, de vida privada, de vacaciones, etc. La organización de la atención al parto debe ser en equipo de tal forma que estos derechos no choquen con el interés de la mujer.
inducciones "desapercibidas"
Yo llamo así a las inducciones que no se han considerado como tales. Son muy frecuentes. Son una buena parte de los partos clasificados como normales y, sobre todo, una gran parte de los partos que terminan en cesárea. Una mujer que está en los días en que podría ponerse de parto a menudo tiene dudas sobre cuándo es el momento adecuado de acudir al centro. Es habitual que cuando comienza con contracciones acuda. En el hospital es valorada por el médico o matrona para conocer si está de verdad de parto. Los criterios de parto son básicamente dos:
1. Dilatación de 3 cm o más.2. Contracciones regulares cada 3-5 minutos.
Si cumple ambos criterios la mujer está de parto. Si sólo cumple uno de ellos o no cumple ninguno pero empieza a acercarse a cumplirlos, está en fase de pródromos de parto. Es crucial que el profesional diferencie claramente entre estas dos situaciones. Si es parto establecido, se comienza a actuar en base al protocolo de atención al parto con el que se esté trabajando. En muchos protocolos de atención al parto en España, se realizan acciones para estimular o acelerar el parto: rotura de bolsa, goteo de oxitocina de conducción, monitorización electrónica fetal, etc. Si cualquiera de estas intervenciones se realizan sobre una mujer que aún no está de parto, aunque esté ya en pródromos de parto, entonces lo que se está realizando es una inducción. La principal consecuencia negativa de este tipo de error es el aumento de cesáreas; en concreto, muchos centros tienen un alto índice de cesáreas por no progresión de partos que en realidad no eran partos y que no se debían aún haber considerado como tales. La principal causa de este error es la prisa. La prisa a veces procede de la mujer en su impaciencia por terminar el embarazo. Pues bien: la prisa es uno de los mayores enemigos del parto. El mejor remedio para esta prisa es adoptar una actitud de disfrute. Todos los momentos del embarazo son únicos y bellos y es importante disfrutar de cada momento del final del embarazo, aunque sólo sea porque va a terminar pronto esa etapa en la que a tu bebé lo sientes dentro.
Riesgos para el bebé
El hecho de inducir el parto conlleva ciertos riesgos para el bebé. El parto se desencadena cuando llega el momento en el que el bebé esta preparado para la vida fuera del útero, mediante una serie de comunicaciones entre la madre y el bebé a través de reacciones químicas y hormonales. Si el parto se provoca antes de su inicio espontáneo, cabe el riesgo de que el bebé no estuviera preparado todavía para vivir fuera del útero y esto puede conllevar consecuencias negativas para su salud y su futuro desarrollo físico y mental.
Inducción y autismo
Hay sospecha científica de que el uso de oxitocina artificial durante los partos en los últimos 40 años pueda estar siendo el responsable de que en las últimas décadas se esté incrementando alarmantemente en el mundo la incidencia de casos de autismo. Estas sospechas están basadas en estudios escandinavos de grandes muestras de nacimientos; la exlicación podría radicar en que la oxitocina administrada a la madre en el parto es responsable de que se inhiba la producción de oxitocina en el cerebro del propio bebé durante las horas previas y siguientes al nacimiento y, lo que sería más importante, la responsable de que durante toda la infancia ese niño carezca de un número suficiente de receptores oxitócicos en su cerebro. Como consecuencia de esto, el funcionamiento de la hormona del amor (oxitocina) se verá afectado y podría influir en como esta persona se comunica con la gente de su alrededor para el resto de su vida. Pues bien, estos posibles perjuicios de la oxitocina serían gravísimos pero aún no se consideran demostrados científicamente y no se están teniendo en cuenta a la hora de elaborar protocolos de atención al parto en los hospitales del mundo.
En resúmen,
los efectos secundarios de la inducción con oxitocina son, para la madre, incremento del dolor y de la sensación de sufrimiento, mayor tendencia a precisar una cesárea, mayor tendencia a necesitar intervenciones médicas en el parto, y mayor tendencia a la hemorragia postparto por retención de placenta (el útero que ha sido inducido con oxitocina tiene menos receptores a la oxitocina y se hace insensible a ella en el momento en que más debería responder: el momento de la salida de la placenta). Efectos secundarios para los bebés son mayor tendencia al sufrimiento fetal, a la ictericia del recién nacido y, como hemos visto, posiblemente al autismo. La decisión de provocar el parto es pues algo que no se debe valorar a la ligera. Sin embargo, si los beneficios sobrepasan a los riesgos, se debe hacer y en muchos casos puede ir muy bien y sin ninguna complicación.
Por Emilio Santos Leal, médico ginecólogo, médico psiquiatra, doctorsantos.com
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