Cuarta revisión de INPP.
Biel casi tiene todos los reflejos primitivos bien integrados. La verdad es que estos 4 últimos meses nos hemos tomado los ejercicios muy muy en serio, y se ha notado.
Ahora el "yo no puedo" es en realidad un "no me apetece".
Lee con mucha facilidad y escribe la letra muy redondita y recta.
Pero todavía nos falta un poquito, en concreto el reflejo tónico asimétrico cervical.
Biel tiene siempre las cervicales muy rígidas. En INPP nos han aconsejado continuar un tiempo más con la Osteópata craneo-sacral, para poder hacer correctamente los ejercicios.
Os cuento un poquito de que va este reflejo no integrado.
REFLEJO TÓNICO ASIMÉTRICO CERVICAL (RTAC)
Este reflejo hace que el bebé, estando tumbado boca arriba, extienda el brazo y la pierna del lado hacia el que gira su cabeza. El brazo y la pierna del lado contrario se mantienen flexionados. También se denomina a este reflejo “de espadachín” porque la postura del niño lo recuerda.
Antes del nacimiento hace que el bebé esté en constante movimiento y es causante de las “pataditas”. Desarrolla en el feto su tono muscular y su sentido del equilibrio. Ayuda al bebé a nacer y el parto, a su vez, hace que se refuerce este reflejo y su evolución sea la correcta (existe riesgo de que no sea así en casos de cesárea o parto asistido por fórceps).
Este reflejo aumenta el tono muscular del recién nacido a través del movimiento que provoca en éste, y le impide mantener la cabeza hacia el colchón cuando está acostado boca abajo haciendo que gire la cabeza hacia un lado y pueda siempre respirar fácilmente.
Ofrece las primeras experiencias del bebé en su coordinación óculo-manual puesto que el niño mira la mano que extiende.
El RTAC hace que el cuerpo actúe en sus dos mitades simétricas, activa un lado del cuerpo o activa el otro. Esta es la razón principal por la que este reflejo debe madurar e inhibirse a los seis meses, pues el cuerpo del niño y su cerebro deben empezar a funcionar conjuntamente como una unidad. Mientras el RTAC esté activo, las dos mitades del cuerpo actuarán por separado, como si existiese una línea divisoria invisible entre ambas.
Un RTAC activo impedirá, por ejemplo, que el niño se arrastre y gatee en patrón cruzado (el brazo derecho se mueve a la vez que la pierna izquierda y viceversa), perdiéndose así la oportunidad que ofrecen estos dos ejercicios de desarrollar la comunicación entre ambos hemisferios, que tan necesaria resulta posteriormente, entre otras cosas, para poder leer y escribir con eficacia.
Dificultará en el niño el cruce de la línea media de su cuerpo, por lo que no podrá coger y manipular objetos con una mano y pasárselos a la otra. A la larga incidirá en una mala lateralización impidiendo que el niño se desarrolle como totalmente diestro o totalmente zurdo. Un hecho que de nuevo, incidirá en la lectoescritura y en cómo concibe y se mueve el niño en el espacio que le rodea. Éste puede mostrarse torpe y patoso tanto en el movimiento como en sus tareas escolares.
Los movimientos oculares también se verán afectados por la imposibilidad de cruzar la línea media y no habrá un ojo dominante que dirija estos movimientos para que el seguimiento de un objeto móvil o la lectura de una línea escrita se realicen con fluidez.
En el aula, al niño con RTAC activo le costará mucho esfuerzo escribir pues cada vez que gire su cabeza hacia el lado derecho, si es diestro, su brazo derecho tenderá a extenderse y su mano a abrirse, con lo que es posible que el lápiz se le caiga una y otra vez de la mano. Para evitarlo tendrá que realizar un esfuerzo adicional, agarrando incorrectamente el lápiz o realizando una presión excesiva al escribir. Esto supondrá un trabajo de escritura que no llegará a automatizar y que requerirá gran parte de su energía y atención, por lo que no podrá centrarse en la comprensión de lo que escribe o en la calidad de una redacción.
Para compensar este reflejo, es probable que gire la hoja 90º cuando escribe, de esta forma puede hacerlo con el brazo más extendido y además, evita tener que cruzar la línea media corporal al escribir.
El RTAC afecta de varias maneras las destrezas para leer y escribir, hasta el punto de poder afirmarse que este reflejo prácticamente nunca está integrado en los niños que padecen dislexia.
El reflejo tónico simétrico cervical (RTSC) puede tener también serias consecuencias en el aprendizaje del niño. Este reflejo aparece sobre los seis meses de vida, por lo que no es exactamente un reflejo primitivo. Tampoco es un reflejo postural pues dura tan sólo unos pocos meses antes de inhibirse. Hace que el niño se ponga sobre sus cuatro apoyos de manos y rodillas tras haberse arrastrado. Cuando la cabeza se flexiona, los brazos también lo hacen y las piernas se extienden. Por el contrario, al extender la cabeza hacia atrás, los brazos se estiran y las piernas se doblan. Así el niño realiza el característico balanceo hacia delante y atrás antes de soltarse a gatear.
Este reflejo aumenta el tono muscular del recién nacido a través del movimiento que provoca en éste, y le impide mantener la cabeza hacia el colchón cuando está acostado boca abajo haciendo que gire la cabeza hacia un lado y pueda siempre respirar fácilmente.
Ofrece las primeras experiencias del bebé en su coordinación óculo-manual puesto que el niño mira la mano que extiende.
El RTAC hace que el cuerpo actúe en sus dos mitades simétricas, activa un lado del cuerpo o activa el otro. Esta es la razón principal por la que este reflejo debe madurar e inhibirse a los seis meses, pues el cuerpo del niño y su cerebro deben empezar a funcionar conjuntamente como una unidad. Mientras el RTAC esté activo, las dos mitades del cuerpo actuarán por separado, como si existiese una línea divisoria invisible entre ambas.
Un RTAC activo impedirá, por ejemplo, que el niño se arrastre y gatee en patrón cruzado (el brazo derecho se mueve a la vez que la pierna izquierda y viceversa), perdiéndose así la oportunidad que ofrecen estos dos ejercicios de desarrollar la comunicación entre ambos hemisferios, que tan necesaria resulta posteriormente, entre otras cosas, para poder leer y escribir con eficacia.
Dificultará en el niño el cruce de la línea media de su cuerpo, por lo que no podrá coger y manipular objetos con una mano y pasárselos a la otra. A la larga incidirá en una mala lateralización impidiendo que el niño se desarrolle como totalmente diestro o totalmente zurdo. Un hecho que de nuevo, incidirá en la lectoescritura y en cómo concibe y se mueve el niño en el espacio que le rodea. Éste puede mostrarse torpe y patoso tanto en el movimiento como en sus tareas escolares.
Los movimientos oculares también se verán afectados por la imposibilidad de cruzar la línea media y no habrá un ojo dominante que dirija estos movimientos para que el seguimiento de un objeto móvil o la lectura de una línea escrita se realicen con fluidez.
En el aula, al niño con RTAC activo le costará mucho esfuerzo escribir pues cada vez que gire su cabeza hacia el lado derecho, si es diestro, su brazo derecho tenderá a extenderse y su mano a abrirse, con lo que es posible que el lápiz se le caiga una y otra vez de la mano. Para evitarlo tendrá que realizar un esfuerzo adicional, agarrando incorrectamente el lápiz o realizando una presión excesiva al escribir. Esto supondrá un trabajo de escritura que no llegará a automatizar y que requerirá gran parte de su energía y atención, por lo que no podrá centrarse en la comprensión de lo que escribe o en la calidad de una redacción.
Para compensar este reflejo, es probable que gire la hoja 90º cuando escribe, de esta forma puede hacerlo con el brazo más extendido y además, evita tener que cruzar la línea media corporal al escribir.
El RTAC afecta de varias maneras las destrezas para leer y escribir, hasta el punto de poder afirmarse que este reflejo prácticamente nunca está integrado en los niños que padecen dislexia.
El reflejo tónico simétrico cervical (RTSC) puede tener también serias consecuencias en el aprendizaje del niño. Este reflejo aparece sobre los seis meses de vida, por lo que no es exactamente un reflejo primitivo. Tampoco es un reflejo postural pues dura tan sólo unos pocos meses antes de inhibirse. Hace que el niño se ponga sobre sus cuatro apoyos de manos y rodillas tras haberse arrastrado. Cuando la cabeza se flexiona, los brazos también lo hacen y las piernas se extienden. Por el contrario, al extender la cabeza hacia atrás, los brazos se estiran y las piernas se doblan. Así el niño realiza el característico balanceo hacia delante y atrás antes de soltarse a gatear.
Este reflejo tiene el objetivo de preparar al niño para el gateo y desaparece cuando éste se hace presente.
Cuando el niño se salta la etapa del gateo, es muy probable que este reflejo siga presente. Y cuando lo está y no se llega a integrar, al niño le resultará muy difícil gatear. En lugar de hacerlo en patrón cruzado, como sería de desear, es posible que culee, que se desplace sobre manos y pies en lugar de apoyar sus rodillas, o que pase de estar sentado a ponerse de pie directamente.
El RTSC tiene una gran incidencia en el desarrollo visual, por lo que los niños con este reflejo activo suelen sufrir de un deficiente sistema visual con una pobre visión binocular, y problemas para enfocar a diferentes distancias. Esto dificultará las tareas de lectoescritura.
Serán además, niños torpes, con problemas para coordinar sus movimientos y el trabajo conjunto del ojo y la mano.
El RTSC está presente en un gran porcentaje de niños con dificultades de aprendizaje y déficit de atención con o sin hiperactividad.
De nuevo la falta de control postural será evidente en la manera en que el niño se sienta en clase. El niño con RTSC activo es aquel que se “tumba” en la silla estirando las piernas, o se tumba sobre el libro, engancha las piernas alrededor de las patas de la silla, se pone de rodillas sobre la misma o sentado sobre sus piernas dobladas… También puede trabajar de pie… Si este reflejo sigue presente junto al RTAC, como suele ser frecuente, entonces tenemos más posibilidades de que a este niño se le diagnostique una hiperactividad.
Cuando el niño se salta la etapa del gateo, es muy probable que este reflejo siga presente. Y cuando lo está y no se llega a integrar, al niño le resultará muy difícil gatear. En lugar de hacerlo en patrón cruzado, como sería de desear, es posible que culee, que se desplace sobre manos y pies en lugar de apoyar sus rodillas, o que pase de estar sentado a ponerse de pie directamente.
El RTSC tiene una gran incidencia en el desarrollo visual, por lo que los niños con este reflejo activo suelen sufrir de un deficiente sistema visual con una pobre visión binocular, y problemas para enfocar a diferentes distancias. Esto dificultará las tareas de lectoescritura.
Serán además, niños torpes, con problemas para coordinar sus movimientos y el trabajo conjunto del ojo y la mano.
El RTSC está presente en un gran porcentaje de niños con dificultades de aprendizaje y déficit de atención con o sin hiperactividad.
De nuevo la falta de control postural será evidente en la manera en que el niño se sienta en clase. El niño con RTSC activo es aquel que se “tumba” en la silla estirando las piernas, o se tumba sobre el libro, engancha las piernas alrededor de las patas de la silla, se pone de rodillas sobre la misma o sentado sobre sus piernas dobladas… También puede trabajar de pie… Si este reflejo sigue presente junto al RTAC, como suele ser frecuente, entonces tenemos más posibilidades de que a este niño se le diagnostique una hiperactividad.
Fuente Reflejos primivitos: http://laintegracionsensorial.blogspot.com.es/2012/05/reflejo-tonico-asimetrico-cervical-rtac.html
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