Hace unos días me escribió una maestra de Primaria, Carmen Ávalos, que ejerce en Molins de Rei (Barcelona). Está preocupada por el aumento de casos de Trastorno de Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) entre niños y la receta de los mismos con peligrosos medicamentos como metilfenidato.
Su propia hija está diagnosticado de ello y cuenta algunos casos significativos que muestran bien a las claras el actual panorama y cómo en ocasiones son los propios maestros los que están enviando a los pequeños a psicólogos y psiquiatras:
Quiero explicar cómo he llegado a formar parte de una situación que para mí era inexistente tanto a nivel profesional como personal. Puedo escribir sobre varios casos muy cercanos a mí. El primero que conocí fue el de una amiga con su hijo diagnosticado con TDAH. Lo llevó a un psiquiatra. El pediatra, que era el mismo que llevaba a mi hijo, me hizo el comentario de este caso sin saber que yo conocía a la madre. Sólo quería mi opinión como maestra. Le comenté que el niño era un niño normal y corriente como cualquier otro y lo que se debía de hacer era terapia con los tres implicados ya que la figura del padre no aparecía por ningún lugar y la madre era un agobio constante para el niño. El crío medicado desde los 5 años, con 13 internado en psiquiatría juvenil del Clínico de Barcelona… ni les cuento la medicación que toma… aparecieron tics, luego se le dijo que tiene el síndrome de Tourette… Que quieren que les cuente era un niño normal, inquieto, agobiado por la madre… y lo han estropeado.
Tercer caso. Mi propia hija. Invertía sílabas al hablar, ninguna maestra se había dado cuenta, ella era consciente de sus propias dificultades así que optó por pasar inadvertida en las clases y no participar. Los problemas de aprendizaje aparecieron y a finales del Primer curso lo identifiqué así que empecé mi búsqueda. En 3º la cambié de escuela. La profesora fue quien me envió a un Centro Sanitario muy conocido de Barcelona. Te cobran un pastón, estás tres horas pasándole unas pruebas que ya le habían hecho con anterioridad y sin pensar que había nada y el diagnóstico fue TDA y dislexia. Lo mismo que su a compañero. La diferencia fue que si le daba la medicación la dislexia le desaparecería. En mis años que llevo de maestra es la primera idiotez que he oido. ¿La dislexia desaparece con un estimulante? Fui al pediatra que después de explicarle lo sucedido se mantuvo al margen. Eso sí, me dio tres recetas de Concerta, que evidentemente no compré y no le dí nada.
Después de enseñar hasta que el cuerpo me ha dicho basta -estoy de baja por problemas de reuma- el sentido común que me ha llevado a la conclusión de que yo jamás he tenido ningún niño medicado en 27 años de trabajo. ¿Qué ocurre? ¿Qué está pasando con nuestros alumnos e hijos? Tuve varias entrevistas con la maestra de mi hija la cual parecía ejercer de ayudante aférrima de la dra neuropediatra. Le llegué a preguntar si tenía algún interés económico con ella porque consiguió hundir a mi hija con tan sólo 9 años. Hay maestros que envían a sus propios alumnos a ser unos futuros enfermos. Espero y deseo que sean los mínimos, como digo, de repente aparecen como setas.
No hay escaners, ni ningún tipo de prueba para detectar el supuesto TDAH, apenas unos test, que me diga que ciertamente mi hija no tiene conexiones neuronales y tengo creer a un neuropediatra y darle un “estimulante“, como ellos dicen. ¿Quienes de nosotros en algún momento de nuestra vida por circunstancias emocionales, de enojo, personales o de carácter no hemos estado dentro de estas características? Mi hija es una niña normal y corriente como cualquier otro niño. ¿Que le cuestan las matemáticas? Sí, ¿saben cuántos niños he tenido que les costaban las mates hasta que me dí cuenta que es el maestro el que tiene la clave? La experiencia me ha enseñado que cuando un niño no va bien en un área es el maestro quien falla. No le gusta aquello que da y su falta de interés se extiende a la comunidad infantil con la que está trabajando. Siempre existen salidas y estrategias para enganchar a un niño a tu propio carro y es la seguridad que demuestras y que le haces ver que él también la tiene la que puede arreglar el asunto. Es un camino a la par, sin olvidar a los padres.
Nuestros niños deberían ir felices a la escuela, no tener miedo a ningún profesor, ser considerados como son. No olviden que nuestros niños son EMOCIONES VIVAS, DESPREOCUPADAS Y FELICES que es lo que les toca vivir hasta que paguen hipotecas.
Fuente: Miquel Jara
Comparto tu punto de vista. Estoy algo preocupada porque veo que estan diagnosticando y medicando a muchos niños, y cada vez más temprano.
ResponderEliminarEs un abuso de los médicos, un descuido de los maestros y en algunos casos casi me atrevería a decir que maltrato por parte de padres y madres, pues noto que en casi todos los casos hay un rechazo muy grande de las madres hacia como son sus hijos, hablan de ellos con mucha negatividad, no les ven nada bueno... y eso mina en la autoestima de cualquiera... Medicarlos es como un intento por cambiar ese niño que no les gusta por otro, más tranquilo, quieto, obediente. Me preocupa y me da mucha rabia y pena.