El fenómeno de la medicalización de la vida en el primer mundo fue específicamente comentado hace más de 2 años en el blog cuando hablamos Sobre la “medicina del deseo” y el deseo de la medicina.
La demanda de servicios sanitarios por parte de la población termina
por hacerse virtualmente infinita, sobre todo porque se transforma (o
nos transforman) el concepto de salud y enfermedad. Este incremento de la demanda es motivo de preocupación por parte de sanitarios, gestores y políticos.
Porque es muy tenue la frontera entre la evidence-based medicine y la evidence-biased medicine. En este punto, tener muy presente que:
-Tenemos evidencia con más facilidad cuando alguien tiene interés de esa “evidencia”.
-La “evidencia” es mucho más evidente cuando favorece a los intereses comerciales que a los intereses de los pacientes.
-La “evidencia” favorece a los fármacos rentables más que a los cambios de vida y a los fármacos huérfanos.
Recientemente leía en JANO el siguiente titular: "Entre el 10 y el 20% de los niños y adolescentes sufren trastornos mentales". ¿Estamos locos o qué...?. Cuando uno lee la noticia, más adelante vemos que es un argumento para que se agilice la consideración de la especialidad de Psiquiatría y Psicología Infantil y Juvenil. Mensaje peligroso, pues no creo que nadie que tenga capacidad decisoria se convenza de que esta especialidad deba existir por ese dato, pero que leído por la población general puede generar una falsa sensación de peligrosa enfermedad en sus hijos.
Mensajes de estos se repiten continuamente en el entorno de la Pediatría (y de la medicina en general). Tres perlas más, pero seguro que conocéis a puñados:
- La "bronquiolitis-fobia" por virus respiratorio sincitial "o virus de los bebés, que causa bronquiolitis y puede afectar al 100% de los menores de 2 años", divulgado a bombo y platillo para decir a la población que hay un anticuerpo monoclonal (palivizumab) que es la bomba. Y es verdad, la bomba es, pero para las arcas de nuestro maltrecho sistema sanitario, pues las indicaciones de este blockbuster farmacológico necesita una urgente revisión por parte de los meso y macrogestores. A ello dedicaremos otro día suculentos comentarios.
- La "TDAH-fobia", que ha llevado a etiquetas como la de que "en cada clase hay como mínimo un niño que necesita tratamiento por desatención y/o hiperactividad", lo que se ha reconvertido en el conocido sobrediagnóstico y sobretratamiento de esta entidad.
- La "VPH-fobia", cuando previo a la aparición de las vacunas se divulgó las características de este virus (conocido y reconocido desde que era estudiante) como si de una nueva epidemia se tratara, con campaña más agresivas de lo necesario y que, incluso, llevó a dedicarle a esta vacuna un monumento en Valencia. Alucinante: y eso sin salvar una vida; no un monumento a la penicilina, no, a una vacuna que puede que demuestre su efectividad dentro de unos 30 años.
En todos el modelo es el mismo: divulgue cifras espectaculares sobre un supuesto problema, rozando el alarmismo; y, a continuación, diga que tiene la "solución" al mismo. A ser posible que sea un problema muy general, para que la "solución" sea más rentable.
Sólo algunos ejemplos de la tremenda responsabilidad de colocar titulares demasiados espectaculares. En Medicina casi nada es espectacular, pero si coherente. Este tipo de noticias que hacen el juego a la medicalización de la sociedad dificulta el camino al deseo de una medicina que intente ofrecer la máxima calidad con la mínima cantidad (de intervenciones) y en el lugar más cercano al paciente. Una medicina que precisa una vuelta a una definición coherente de los términos salud y enfermedad, y que permita resolver con coherencia la ecuación entre “lo deseable, lo posible y lo apropiado” en medicina.
-Tenemos evidencia con más facilidad cuando alguien tiene interés de esa “evidencia”.
-La “evidencia” es mucho más evidente cuando favorece a los intereses comerciales que a los intereses de los pacientes.
-La “evidencia” favorece a los fármacos rentables más que a los cambios de vida y a los fármacos huérfanos.
Recientemente leía en JANO el siguiente titular: "Entre el 10 y el 20% de los niños y adolescentes sufren trastornos mentales". ¿Estamos locos o qué...?. Cuando uno lee la noticia, más adelante vemos que es un argumento para que se agilice la consideración de la especialidad de Psiquiatría y Psicología Infantil y Juvenil. Mensaje peligroso, pues no creo que nadie que tenga capacidad decisoria se convenza de que esta especialidad deba existir por ese dato, pero que leído por la población general puede generar una falsa sensación de peligrosa enfermedad en sus hijos.
Mensajes de estos se repiten continuamente en el entorno de la Pediatría (y de la medicina en general). Tres perlas más, pero seguro que conocéis a puñados:
- La "bronquiolitis-fobia" por virus respiratorio sincitial "o virus de los bebés, que causa bronquiolitis y puede afectar al 100% de los menores de 2 años", divulgado a bombo y platillo para decir a la población que hay un anticuerpo monoclonal (palivizumab) que es la bomba. Y es verdad, la bomba es, pero para las arcas de nuestro maltrecho sistema sanitario, pues las indicaciones de este blockbuster farmacológico necesita una urgente revisión por parte de los meso y macrogestores. A ello dedicaremos otro día suculentos comentarios.
- La "TDAH-fobia", que ha llevado a etiquetas como la de que "en cada clase hay como mínimo un niño que necesita tratamiento por desatención y/o hiperactividad", lo que se ha reconvertido en el conocido sobrediagnóstico y sobretratamiento de esta entidad.
- La "VPH-fobia", cuando previo a la aparición de las vacunas se divulgó las características de este virus (conocido y reconocido desde que era estudiante) como si de una nueva epidemia se tratara, con campaña más agresivas de lo necesario y que, incluso, llevó a dedicarle a esta vacuna un monumento en Valencia. Alucinante: y eso sin salvar una vida; no un monumento a la penicilina, no, a una vacuna que puede que demuestre su efectividad dentro de unos 30 años.
En todos el modelo es el mismo: divulgue cifras espectaculares sobre un supuesto problema, rozando el alarmismo; y, a continuación, diga que tiene la "solución" al mismo. A ser posible que sea un problema muy general, para que la "solución" sea más rentable.
Sólo algunos ejemplos de la tremenda responsabilidad de colocar titulares demasiados espectaculares. En Medicina casi nada es espectacular, pero si coherente. Este tipo de noticias que hacen el juego a la medicalización de la sociedad dificulta el camino al deseo de una medicina que intente ofrecer la máxima calidad con la mínima cantidad (de intervenciones) y en el lugar más cercano al paciente. Una medicina que precisa una vuelta a una definición coherente de los términos salud y enfermedad, y que permita resolver con coherencia la ecuación entre “lo deseable, lo posible y lo apropiado” en medicina.
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